En los recovecos de la noche enmudecida,
conversaciones por teléfono susurran, penetrando cerebros adormecidos, en el viaje de drogas, oraciones suplicantes de olvido. Radios saturadas, ruidos marcianos, por la ciudad marchan en clamor, exigentes de paz y justicia, siendo restos de parlantes quemados. Cansados corredores, esperan ser chocados, por buses irradiantes de pobreza y vino, la virtud estruendosa se asusta y se aleja, ante las demandas silenciosas, amorfas y deformadas. Extrañas viñetas trazadas con palabras, por poetas amargosamargas, adictos, adictas
a las invariable regados en pastos verdes,
suplican dosis y más dosis
caminan sobre cerebros dormidos.
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