sábado, 29 de abril de 2023

Eduardo y los polvos mágicos

 Había una vez un elefante muy peculiar llamado Eduardo. A diferencia de otros elefantes que se dedicaban a comer ramas y hojas, a Eduardo le gustaba esnifar todo lo que se le cruzaba en el camino.

Un día, mientras caminaba por la selva, Eduardo encontró una gran cantidad de polvo mágico en el suelo. Sin pensarlo dos veces, comenzó a esnifar con fuerza, y de repente se sintió como si estuviera flotando en el aire. Era una sensación tan maravillosa que Eduardo decidió buscar más del polvo mágico para experimentarla de nuevo.

Eduardo se volvió adicto al polvo mágico y pasó los días recorriendo la selva, en busca de su próxima dosis. Ya no se preocupaba por su manada, su familia o su hogar. Solo pensaba en la siguiente inhalación. Las demás criaturas de la selva notaron el cambio en Eduardo y comenzaron a alejarse de él, temiendo su comportamiento errático.

Un día, mientras buscaba más polvo mágico, Eduardo se encontró con un grupo de animales que parecían estar en problemas. Eran un grupo de monos que habían perdido a su líder y no sabían cómo sobrevivir sin él. Eduardo, aunque estaba preocupado por su dosis de polvo mágico, decidió ayudarlos.

Eduardo les preguntó cómo podía ayudar, y los monos le dijeron que necesitaban encontrar una nueva fuente de alimento. Eduardo se ofreció a guiarlos por la selva en busca de comida. Los monos, agradecidos, aceptaron su oferta y comenzaron a seguirlo.

Mientras buscaban comida, Eduardo se aseguró de buscar más polvo mágico para inhalarse. A medida que pasaban los días, Eduardo se volvía más irritable y agresivo. Incluso comenzó a empujar a los monos y a amenazarlos para conseguir su próxima dosis.

Los monos comenzaron a temer a Eduardo y buscaron formas de alejarse de él. Eduardo, enfurecido por su falta de polvo mágico, comenzó a perseguirlos y a amenazarlos. La selva se convirtió en un lugar peligroso y oscuro con Eduardo como su rey tirano.

Pero un día, Eduardo se encontró con un cazador furtivo que lo estaba esperando con un rifle. Eduardo no tuvo oportunidad de escapar, y el cazador lo mató para vender sus colmillos de marfil.

La muerte de Eduardo dejó un vacío en la selva y su manada nunca volvió a ser la misma. La adicción del elefante lo llevó a la perdición y su historia se convirtió en una advertencia para otros animales que se aventuraran con los polvos mágicos.

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